La cúpula de ZP

Todos los políticos endiosados a lo largo de la Historia, han querido dejar fiel rastro de ellos en obras de arte monumentales. Así Hitler, por ejemplo, proyectaba una remodelación urbana total de la ciudad de Berlin, en la que se dejaran notar las ideas más sobresalientes de su peculiar ideología. Del mismo modo, en la Rusia soviética, se construyeron durante los años cuarenta y cincuenta, inmensos bloques de edificios, monolíticos y simétricos, en clara alegoría de lo que debería ser, según la patulea de políticos del politburó, la traducción a lo urbano de sus ideas socialistas.

Hoy, el paso de los años, ha sofisticado la cosa, y hasta incluso diríamos, refinado. Los políticos con tentaciones totalitarias, o lo que es lo mismo, con intenciones de permanecer eternamente en el poder, evitando así una sana alternancia política, se dedican a dejar su huella de otra manera. En el caso de Zp, ha preferido que un amigo suyo (uno de los de la ceja) le construya una inmensa cúpula en una de las salas que tiene la ONU en la bonita ciudad de Ginebra, a coste (eso sí) de parte del fondo para ayuda al desarrollo. No lo ha sufragado ni Zp de su bolsillo, ni la puñetera madre del artista, ni siquiera Moratinos, ni Pepino Blanco. Han sido los contribuyentes, votantes o no de Zp, los que le han devuelto al señor Barceló su guiño en plena campaña electoral al PSOE, con una cantidad nada despreciable de dinero. Los favores, todavía hoy, se siguen pagando.

Zp, ya tiene su cúpula (por cierto, bastante grotesca); ya está un poquito más cerca de las alturas que tanto se le resisten. Pero al tiempo presidente, que como indudable buen político, pronto la Historia te colocará en el lugar que tú y sólo otros como tú, merecen (al lado, así lo espero, de otros personajes como Hitler, Stalin y cia...). ¡Horteras!