martes, 4 de septiembre de 2007

Renovación territorial: Javier de Burgos y las provincias españolas

La actual división provincial que organiza territorialmente el Estado español, tiene su precedente más inmediato en los planes de modernización del destacado afrancesado español, Javier de Burgos. Este "tecnócrata" del siglo XIX figura clave en la transición de la España fernandina a la España isabelina (más o menos liberal, o cuanto menos mucho más que durante el reinado de su antecesor), tuvo una contribución destacadísima en las tareas de modernización y actualización administrativa, que saciaban las ansias de articular de manera mucho máseficaz el territorio nacional.

En plena primer guerra contra los carlistas, primera gran guerra civil de la historia contemporánea de España, las huestes de la reina Isabel necesitaban como agua de mayo, ampliar el apoyo social de la monarquía que representaba, para hacer frente a los cuantiosos gastos de la guerra y poder volcar la balanza a su favor. En este contexto, se presentó el ya mencionado plan de reforma administrativa (durante el gobierno de Cea Bermúdez, en el año 1833, y siendo el propio De Burgos Secretario de Estado de fomento), que planteaba no solo la nueva división provincial, sino una auténtica renovación de las estructuras administrativas del Estado, de tal enjundia, que en el ámbito de la justicia, por ejemplo, quedó organizada a partir de entonces en Audiencias territoriales y partidos, manteniéndose hasta hoy con plena vigencia.

En cuanto a su reforma provincial, lo más destacado es la recuperación oficial que se recoge de los nombres de las provincias de Vascongadas y Navarra. Para muchos autores, en la base de este nuevo plan territorial, se esconde una clara influencia de la reforma de 1822. Ambos comparten semejantes criterios de población, extensión y geografía. Pero el verdadero motivo del triunfo de la nueva administració, fue su rápida prestación de servicios e instituciones oficiales de que se dotaría a las capitales de provincias. A partir de ese momento, muy leves serán las modificaciones que hasta nuestros días se han realizado sobre el plan de Javier de Burgos. A caso, la más importante, por casi única, fue la que en 1927 dividiría Canarias en dos provincias: Gran Canaria y Tenerife.

El intento honrado de crear un Estado Moderno y acorde con los nuevos tiempos, que estructuraba con cierto raciocinio por vez primera un territorio que llegaba a su configuración casi actual, con la progresiva pérdida de nuestro imperio colonial, chocaría años más tarde con el despertar de unos sentimientos nacionalistas y autonomistas cerriles, que espoleados por una "banda" de políticos irresponsables y demagogos, desde la I República hasta nuestros días, y que se constituyen desde entonces en el más claro peligro frente al devenir histórico de la nación.

Quede pues para el juicio histórico, la aportación de un hombre, Javier de Burgos, que tras avatares personales varios por culpa de sus ideas políticas, supo regresar a España y trabajar sin rencor y con lealtad, ganándose para sí mismo, no solo el título de fundador de la adminstración pública actual, sino el honor de ser considerados por muchos ejemplo de auténtico patriotismo.

5 comentarios:

Imperator dijo...

Javier de Burgos no sólo realizó una división provincial que pervive, sin grandes modificaciones, hasta la fecha sino que con su secretaría de fomento y la creación de los subdelegados de fomento, puestos al frente de la incipiente división territorial, supo conjugar la necesaria libertad económica con el tratamiento subvencional necesario en materia de prestación de servicios esenciales.

Políticos así, gestores, bien formados en puestos clave son los que hacen falta en una Administración actual llena de duplicidades, engorrosos procedimientos e incompetentes iletrados al frente, por no hablar de la grey política.

Saludos Conciliares.

Critón dijo...

Completamente de acuerdo. Su labor como gestor fue digna de estudio.

Supo dotar sin demasiados problemas a las capitales de provincias de mecanismos de actuación y funcionamiento que las consolidaban en relacón con su medio más inmediato.

Un ejemplo de político, como bien dices, y de verdadero patriotismo.

Republica Rojigualda dijo...

Javier de Burgos no solo hizo una división mejorando la 1822, sino que también hizo una división regional mucho más acorde a la historia que el engendro histórico y territorial que es el estado de las autonomías. Deberíamos recuperar también su división regional, que es la que permaneció vigente hasta que la Constitución tuvo que pagar a los nazionalismos periféricos troceando Castilla y creando comunidades artificiales.

Critón dijo...

De acuerdo contigo en que la división de 1822 fue mejorada notablemente y actualizada (mejor dicho) por la de Javier de Burgos.

Respecto a lo de volver a la organización de éste, me parece un poco arriesgado entrar en esa espiral de debate que resultan los problemas territoriales.

A mi modo de ver la cuestión, creo que la raiz del problema se encuentra el tremendo peso que tienen los partidos minoritarios nacionalistas-separatistas, que son mimados y comprendidos por una parte generalizada de la izquierda que ha dejado de ser nacional (si es que lo fue algún día) y en su afán por estigmatizar a la derecha, no dudan en hacerle el juego a los que no creen en España.

Controlando esto, a través de una reforma de la Ley electoral (por ejemplo) y recuperando para la vida pública un sentido patriótico (a través de la enseñanza) podríamos avanzar y dejar atrás los problemas de identidad que creíamos superados.

Saludos a republica rojigualda y gracias por acercarte a Criteriodigital.

Republica Rojigualda dijo...

Que los nazionalistas tengan elevadísimas cuotas de poder no es la raíz del problema, sino una de las consecuencias. Ese era el objetivo de la constitución del 78, y para ello, entre otras cosas, se dividió aleatoriamente entre 5 autonomías artificiales, la región histórica por excelencia que es esencia de España. Desde luego que hay que reformar la ley electoral y recuperar la educación para el estado, sin embargo, también es necesario devolver la dignidad a Castilla, de la que fue expropiada por la transición para poder crear un estado federal asimétrico de facto que diferencia entre regiones o entidades de segunda y nacionalidades o entidades de primera. Con fórmulas como esta la constitución del 78, con los nazionalistas y los socialistas como principales cómplices, quedaba marcado el camino hacia la destrucción nacional, que llegaría más pronto que tarde, como hoy podemos apreciar.