jueves, 3 de mayo de 2007

¡Estoy harto!

Este país bananero que es España (aunque
nos pese a quienes la sentimos como algo más que una mera herencia de nuestros antepasados y que hemos de conservar y transmitir a nuestros descendientes), vive estos días su máxima expresion de decrepitud y decadencia, con una nueva entrega del caso Malaya, que ha tenido a la tonadillera Pantoja como protagonista principal.

Vaya por delante, que la detención de esta señora me importa tres pares de narices...si ha cometido delito, que lo pague como todo hijo de vecino. Lo que me exaspera es la coincidencia demagógica y el oportunismo político, de un Gobierno NAZIonal, que aprovecha la más mínima para tapar sus vergüenzas con cortinillas de humo, (los clásicos escribirían pan y circo) y lograr así unos días de tregua, con los que anestesiar adecuadamente a la masa borreguil de españoles (espectros de cuerpos cuyas almas están ausentes -Ortega-) que siguen tragándose lo que les echen.

¡Qué casualidad! Zapatero va a Marbella a decir no se qué de la corrupción, (que por otra parte debe saber bastante a juzgar por las informaciones del caso Ibiza y su relación con Ferraz y Pepino Blanco) y a las tres horas detienen a la folclórica. Con la excusa, las televisiones multiplican sus especiales de lo que se ha venido a llamar Corazón (que no es otra cosa que el Tribunal de la Santa Inquisición del siglo XXI) y así nos enteramos de cómo le ha sentado la detención de su madre a Paquirrín, que nos tiene que contar ahora Mayte Zaldívar o que ha cenó la Pantoja en la cárcel.

Y mientras tanto, nada nos cuentan de la vuelta de Batasuna-ETA a las instituciones a través de las listas de ANV, de las investigaciones del 11M o de la incesante avalancha de inmigrantes a nuestras costas, problemas estos si, que nos tocan mucho más de cerca, pero que resultan incómodos y hasta contraproducentes para un Gobierno y un PSOE para los que todo vale con tal de mantenerse en el poder.

No es que me siente mal que se viole la teoría de independencia de los tres poderes, y que el uno auxilie al otro cuando le convenga (que por otra parte creo que nunca se ha llevado a la práctica en un Estado como el nuestro que se dice de Derecho). Lo que verdaderamente me llena de rabia, es la no reacción de la gente (masas) que permanece sentada ante el televisor, disfrutando con las miserías de otras personas para hacer más llevadera su triste existencia, mientras España asiste a lo que probablemente sea su epílogo como nación democrática y liberal. Culpables: los españoles.




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